Ned Naylor-Leyland, gestor de inversiones, oro y plata de Jupiter AM .- Nos encontramos en un mercado alcista para el oro, pero no está participando el conjunto del mercado y por eso creemos que todavía tiene recorrido. Las empresas extractoras de oro han aumentado la producción y los márgenes de beneficios, pero sus acciones no han subido al mismo ritmo.
Del mismo modo, el precio de la plata todavía no ha roto al alza a pesar de la interesante dinámica que rodea al metal blanco, caracterizada por el aumento de la demanda por parte de los usuarios industriales (como fabricantes de baterías) y la escasez de oferta. Los precios de la plata en dólares subieron un jugoso 22% entre enero y noviembre.
Creemos que la siguiente fase del mercado de los metales monetarios acogerá a la plata y a las empresas extractoras y podría encontrar impulso en una mayor diversidad de compradores, como inversores long-only, cuya atención ha estado hasta ahora centrada de forma excesiva en las acciones de Nvidia y otros gigantes tecnológicos estadounidenses, conocidos como los Siete Magníficos, así como en las criptodivisas. Esta circunstancia le ha restado al oro y a la plata un dinamismo muy necesario.
Trump importa
El impacto de las políticas de la administración Trump sobre el comercio mundial será importante para los mercados. Las expectativas en materia de expansión económica, tipos de los bonos e inflación sugieren en el caso del oro un crecimiento positivo, pero posiblemente más moderado, en 2025. Las alzas podrían venir de unos tipos de interés más bajos de lo previsto, un aumento de la volatilidad o una demanda de oro sostenidamente superior a la media por parte de los bancos centrales. Unos tipos de interés mayores de lo previsto constituirían un obstáculo para el oro.
Sin embargo, existe un riesgo derivado del volumen de deuda que ha fluido hacia el sistema financiero mundial para financiar el fuerte aumento del gasto público y creemos que este no se valora o analiza convenientemente en los mercados. En cabeza se coloca EE. UU., con una deuda pública de alrededor de 1,9 billones de dólares. ¿En qué punto la financiación de toda esta deuda socava la condición de activo sin riesgo de los bonos del Tesoro estadounidense y el billete verde?
En abril de 2024, el precio del oro en dólares ajustado por la inflación alcanzó un nuevo máximo, superando el precio establecido en 1980, y la cotización no ha dejado de subir desde entonces. Entre enero y noviembre, el precio del oro en dólares avanzó un 29%, la cifra más alta en más de una década, lo que convirtió al metal amarillo en una de las clases de activos más rentables. Esta evolución se explica por una conjunción de factores, como la caída de las expectativas de tipos de interés, la demanda de los bancos centrales y los riesgos macroeconómicos y geopolíticos.
Más allá de las compras de los bancos centrales, la demanda del mercado de oro se ha movido sobre todo al ritmo de los inversores sofisticados, como los fondos de inversión libre y los operadores algorítmicos, que han tirado al alza de los futuros sobre el oro.
Cuando se acaba el asfalto
Cuando hablamos con los inversores, solemos utilizar una analogía: tenemos un gran todocamino que arrastra una lujosa caravana por una carretera larga, llana y recta. Los bancos centrales, representados por sus responsables, están conduciendo el SUV y llevan con ellos una caja fuerte llena de oro, su activo sin riesgo preferido. En el remolque, el sistema financiero, representado por los inversores de a pie, está relajándose y lleva consigo un maletín repleto de bonos del Tesoro estadounidense, su activo sin riesgo preferido.
Los bancos centrales charlan cordialmente delante, mientras que los inversores están cómodamente sentados detrás. De repente, el asfalto se acaba y la carretera se convierte en un camino bacheado y lleno de curvas. Los bancos centrales que van en el SUV activan la tracción a las cuatro ruedas y comprueban que su caja de oro está segura. El remolque que va detrás zigzaguea y tiembla violentamente, los inversores botan en sus asientos y los bonos y letras del Tesoro de EE. UU. vuelan por los aires, incluso algunos salen por la ventana. Los inversores, presos de agitación, telefonean a los bancos centrales y les preguntan qué está ocurriendo. Los bancos centrales posan su mano sobre la caja fuerte llena de oro y dicen «No hay de qué preocuparse, todo está bajo control».
El oro y la plata se han considerado activos refugio históricamente.
El oro desempeña para los bancos centrales un papel importante como activo estratégico a la hora de gestionar riesgos y diversificar reservas, y estas entidades han aumentado sus compras en los últimos años.
El oro y la plata no pueden imprimirse en cantidades ilimitadas del mismo modo que los gobiernos imprimen moneda. Creemos que muchos inversores no invierten lo suficiente en oro y plata.
Pensamos que las perspectivas de los metales monetarios siguen siendo positivas y nos preocupan la volatilidad potencial vinculada al posicionamiento extremo del mercado en otras clases de activos, el frenesí de gasto de los gobiernos y el complejo panorama geopolítico.
¿Cuándo va a acabarse el asfalto? No lo sabemos, y creemos que no es sensato tratar de predecir cuándo se producirá un suceso en el mercado. Sin embargo, cuando ocurra, querríamos viajar junto a los bancos centrales, no junto a los inversores y sus bonos del Tesoro estadounidense.