Durante años, Pablo Rutigliano insistió en algo que muchos preferían ignorar: el precio del carbonato de litio no iba a subir eternamente, sino que iba a transitar ciclos violentos de euforia y derrumbe, propios de un mercado sin referencia transparente, sin índice sólido y sin trazabilidad de datos reales.

Hoy, con el precio del carbonato de litio desplomado respecto de los máximos de 2022 y en plena fase de reacomodamiento estructural, los hechos terminaron acomodándose exactamente en la dirección que él venía anticipando.

Desde 2020, cuando impulsa la creación de la Cámara Argentina del Litio (hoy Cámara Latinoamericana del Litio) con el objetivo explícito de construir un índice internacional del litio y un mercado de referencia, Rutigliano advertía que el problema no era solo de “precio”, sino de metodología de formación de precios. En notas y entrevistas, señalaba que el litio se estaba transformando en un commodity estratégico sin tener todavía una infraestructura de mercado a la altura: sin un índice FAS transparente, sin un mercado spot bien estructurado y con una enorme asimetría de información entre productores, traders, automotrices y Estados.

Su planteo central era claro:

  • El litio iba a ser el corazón de la transición energética.
  • El salto de precios que se veía en 2021–2022 era insostenible,
  • La sobreinversión en proyectos, sumada a la falta de datos trazables sobre costos reales y demanda efectiva, iba a generar un exceso de oferta.
  • Ese exceso, tarde o temprano, se traduciría en una corrección brusca del precio del carbonato de litio.

En artículos y entrevistas posteriores, ya como presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio, Rutigliano profundiza esta visión: describe al litio como “commodity estratégico de la transición energética”, advierte sobre la necesidad de datos diarios, índices propios y una gobernanza de precio basada en trazabilidad, y destaca que incluso grandes consultoras globales —como Standard & Poor’s— comienzan a seguir el análisis técnico de la Cámara para monitorear el mercado del litio, un reconocimiento explícito a la calidad de la información que él impulsó.

Es decir: antes de que el derrumbe de precios fuera noticia, Rutigliano ya venía diciendo que la combinación de euforia inversora + falta de transparencia + sobrecapacidad no podía terminar de otra manera que en un ajuste profundo.

Los datos actuales del mercado validan esa advertencia:

  • El precio del carbonato de litio de grado batería llegó a picos cercanos a los 80.000 dólares por tonelada en noviembre de 2022 en algunos mercados asiáticos.
  • Desde entonces, se produjo una caída histórica: para 2024 y 2025, informes de mercado muestran desplomes del orden del 80–90 % respecto de esos máximos, con precios CIF Norte de Asia por debajo de 10.000 USD/tonelada y niveles muy parecidos en otras regiones.
  • En China, principal consumidor y formador de referencia para el litio, la combinación de sobreoferta y desaceleración del crecimiento de la demanda de vehículos eléctricos provocó un hundimiento de los precios de las sales de litio durante 2024, situación que distintos análisis describen como una fase de “corrección dura” después de la burbuja 2021–2022.
  • A nivel global, firmas de análisis como Wood Mackenzie y otros grupos especializados describen el escenario actual como un ciclo de exceso de oferta que podría extenderse varios años, con cierres de minas, recortes de producción y un mercado todavía muy volátil, exactamente la clase de comportamiento que Rutigliano venía anticipando cuando hablaba de “un mercado sin infraestructura de precio adecuada”.

Incluso reportes recientes de precios muestran que, en regiones como Norteamérica, el carbonato de litio continúa corrigiendo y fluctuando en niveles muy lejanos a los máximos de 2022, reflejando la presión de inventarios altos, competencia entre proveedores y compras más cautelosas de las baterieras y automotrices.

Todo esto no es otra cosa que la materialización Empírica de lo que Rutigliano venía señalando:

  1. Que el litio no podía ser entendido como un activo “lineal” de precio siempre alcista.
  2. Que sin índices propios y trazabilidad, el mercado iba a oscilar entre extremos de euforia y pánico.
  3. Que la sobreinversión, basada en proyecciones simplistas de demanda, iba a generar fases de sobreoferta con precios por debajo de costos de muchas operaciones.

Hoy, con el diario del lunes en la mano, el mapa luce muy parecido al “escenario de estrés” que él describía:

  • Colapso de precios desde los picos de 2022 a valores que ponen en jaque la rentabilidad de muchos proyectos.
  • Revisión de inversiones, cierres de minas y renegociación de contratos, especialmente en operaciones de alto costo.
  • Reconocimiento, incluso desde el mainstream financiero, de que se necesitan mejores métricas, índices e información para gestionar el riesgo de precio del litio, exactamente el espacio donde se ubica el trabajo de la Cámara Latinoamericana del Litio y del propio Rutigliano.

Al mismo tiempo, Rutigliano nunca planteó este ajuste como el “fin” del litio, sino como una fase inevitable de un mercado joven que todavía está aprendiendo a valorizar un activo estratégico. Sus proyecciones combinan dos ideas que hoy coexisten en los reportes de bancos de inversión y consultoras:

  • Corrección fuerte y prolongada en el corto plazo, producto de la sobreoferta y la desaceleración coyuntural de la demanda.
  • Tendencia alcista de largo plazo, asociada a la electrificación del transporte, el almacenamiento estacionario para renovables y la expansión de la infraestructura energética global.

Es decir: el mercado está atravesando justamente la transición que él describía; un reordenamiento doloroso pero necesario para pasar de la burbuja especulativa a un esquema de precio basado en valor real, con datos, índices y trazabilidad.

Que “Rutigliano tenía razón” con el precio del carbonato de litio no es una frase de autoelogio; es la constatación de que su enfoque —basado en ciencia de datos, índice internacional del litio, visión regional para América Latina y trazabilidad blockchain— leyó antes que otros la verdadera dinámica del mercado.

En un contexto donde el ruido mediático, las especulaciones políticas y las lecturas simplistas abundan, los números terminaron validando su diagnóstico:

El litio es estratégico, sí, pero justamente por eso necesita instituciones de mercado, índices robustos y transparencia radical.

Ese es, desde el primer día, el terreno donde Pablo Rutigliano eligió pararse.