Karina Caudillo, Regional Manager de OKX .– La volatilidad cambiaria en Argentina volvió a poner en primer plano la discusión sobre cómo proteger el valor del dinero en un contexto de inflación y devaluación del peso. Durante décadas, los dólares en efectivo fueron la respuesta casi automática de los argentinos frente a la pérdida de poder adquisitivo. Hoy, sin embargo, la escena es más amplia: el llamado “dólar cripto” emerge como una alternativa flexible, accesible y con un alcance mucho mayor que los billetes físicos.

El interés no es nuevo. Argentina se consolidó como uno de los mercados con mayor adopción de stablecoins en el mundo, impulsado por una necesidad muy concreta: resguardar valor sin fricciones. Lo novedoso es que, con la salida del cepo y una mayor integración del ecosistema digital, estas herramientas comienzan a verse no solo como un refugio frente a la inflación, sino como parte de la infraestructura financiera del país.

«La salida del cepo cambiario reconfiguró por completo el tablero financiero en Argentina y volvió a poner a las stablecoins en el centro de la escena. Con la inflación todavía elevada y un peso debilitado tras años de controles, el ‘dólar cripto’ se consolidó como un instrumento práctico de resguardo y de uso cotidiano». Analiza Iñaki Apezteguia, Co Founder de Crossing Capital, empresa dedicada a la gestión activa de operacionesen criptomonedas y que lo realiza a través  de OKX.
Y agregó: “Los datos lo confirman: en 2023 Argentina procesó más de 90.000 millones de dólares en valor cripto, con stablecoins como USDT y USDC concentrando el 90% de las operaciones”.  Y hoy, en un escenario sin las mismas restricciones cambiarias, la frontera entre el mercado formal y el ecosistema cripto se vuelve cada vez más difusa, con una adopción creciente en comercios, pagos digitales y transferencias internacionales. Las ventajas son concretas. Como explica Apezteguia: «La usabilidad inmediata es clave: desde pagar un café con un QR hasta enviar remesas en segundos con costos de apenas 0,1%, frente al 1,5% de las vías tradicionales. Para un país donde los dólares físicos fueron durante décadas la única válvula de escape al peso, las stablecoins ofrecen lo mismo pero con un alcance superior: liquidez global, operatividad 24/7, integración con tarjetas Visa o Mastercard y conexión con sistemas locales como Mercado Pago o incluso iniciativas estatales como BA Cripto».

Más allá de la eficiencia, el dólar cripto también responde a un cambio cultural. La nueva generación de usuarios, acostumbrada a manejar su economía personal desde el celular, ve en estas herramientas una continuidad natural de su vida digital. Ya no se trata únicamente de proteger ahorros, sino de participar en un ecosistema financiero más abierto, donde enviar dinero o pagar servicios se convierte en una experiencia cotidiana, tan simple como enviar un mensaje de texto.

La perspectiva macro también es relevante. Argentina concentra el 61% del volumen regional de stablecoins (Fuente: Chainalysis), lo que demuestra que su adopción no es un fenómeno especulativo, sino estructural. Apezteguia lo sintetiza así: “El dólar cripto ya no es solo un refugio frente a la inflación: es infraestructura financiera real. La pregunta es si el país aprovechará esta infraestructura espontánea para integrarla al circuito formal o si seguirá siendo, como hasta ahora, el motor paralelo de la dolarización cotidiana”.

De cara al futuro, la clave estará en cómo se articule esta infraestructura con el sistema financiero tradicional. Bancos, fintechs y hasta organismos estatales tienen la oportunidad de apoyarse en el dólar cripto para ampliar la oferta de servicios, mejorar la competitividad y, sobre todo, sumar inclusión en segmentos históricamente marginados. La digitalización del acceso al dólar permite llegar más rápido y con menores costos a personas que, hasta hace poco, estaban excluidas del sistema bancario.

La experiencia argentina confirma algo más amplio: cuando los ciudadanos encuentran soluciones tecnológicas que les permiten proteger su dinero y ganar flexibilidad, esas soluciones se consolidan rápidamente. El dólar cripto no es una promesa futura, es una herramienta que ya forma parte de la vida diaria de millones de personas en la región.

El desafío hacia adelante será cómo potenciar ese capital social y tecnológico para que se traduzca en mayor inclusión financiera y en un sistema más eficiente, sin necesidad de volver a viejas dinámicas de control y restricción. La oportunidad es enorme: aprovechar una infraestructura ya existente, que nació desde la demanda de los usuarios, para construir un puente sostenible entre la innovación y la estabilidad que Argentina tanto necesita.