Por: Pablo Rutigliano
Presidente de la Cámara Latinoamericana del Litio – CEO de Atómico 3

Llegó la hora de la verdad. Todo lo que Atómico 3 venía advirtiendo y documentando con rigurosidad técnica comienza a quedar en evidencia. El proyecto San Juan Técnico de Litio, uno de los pilares del desarrollo nacional en electromovilidad, vuelve a poner sobre la mesa la realidad que muchos intentaron ocultar: Argentina tiene litio, tiene cobre, tiene talento y tiene tecnología, pero también tiene intereses enquistados que hicieron todo lo posible para impedir que una empresa pionera pudiera demostrarlo.

Desde hace años, Atómico 3 impulsa un modelo de tokenización minera que permite vincular activos reales —como reservas probadas y probables— a un sistema de trazabilidad blockchain, cumpliendo con los más altos estándares de transparencia y registro. Este modelo, reconocido internacionalmente como el camino hacia la democratización económica, encontró en Argentina la resistencia de un entramado que combina funcionarios, cámaras empresarias, periodistas pagos y grupos económicos que viven del monopolio de la desinformación.

El relato construido fue tan absurdo como intencionado. Se dijo que en San Juan no había litio, que Atómico no tenía concesiones, que el proyecto carecía de respaldo. Lo que nunca mencionaron es que Atómico 3 jamás afirmó que las concesiones fueran propias: pertenecen a empresas privadas que firmaron contratos de tokenización, debidamente documentados, auditables y presentados ante la Justicia.

Aun así, la Comisión Nacional de Valores (CNV) decidió suspender arbitrariamente a Atómico 3, ignorando los fundamentos legales y técnicos de su propia Resolución 1060/25, que regula y habilita la tokenización de activos del mundo real bajo registro, trazabilidad y control regulatorio. Fue una medida infundada, impulsada por el lobby de quienes no toleran que la tecnología desmonte los viejos esquemas de poder.

Porque lo que verdaderamente está en juego no es una licencia ni una interpretación administrativa. Lo que está en juego es el modelo económico de la Argentina. Un modelo que debe decidir si continuará concentrado en pocas manos o si abrirá las puertas a la trazabilidad, a la transparencia y a la participación ciudadana en los activos reales del país.

La blockchain es la herramienta más poderosa de transparencia creada en la historia económica moderna. Su esencia es la verificación pública, la trazabilidad y la imposibilidad de manipular datos. Por eso, cuando Atómico 3 aplicó esa tecnología al mundo minero, muchos comprendieron que ya no habría lugar para la opacidad, para las cifras escondidas ni para las exportaciones subfacturadas. Era el principio del fin de un sistema que durante décadas se enriqueció a costa de la desinformación.

Hoy, la verdad sale a la luz. Los documentos, las actas y los contratos están en la Justicia, donde todo será comprobado. Lo que hasta hace poco fue difamado por algunos medios “ensobrados” —que repitieron sin contraste los argumentos de sectores interesados— comienza a revertirse con la evidencia técnica.

En ese espejo se refleja el desafío del país: elegir entre el pasado y el futuro. El pasado de la concentración económica, la censura y la arbitrariedad, o el futuro de la trazabilidad, la transparencia y la justicia económica que propone la tokenización.

Atómico 3 fue y es la primera empresa del mundo en aplicar la tokenización de activos mineros reales bajo una estructura regulatoria. Su camino no fue fácil, pero marcó un precedente histórico que ni la censura ni el poder podrán borrar.

Porque la verdad, cuando está documentada y verificada en blockchain, no necesita defensores: se defiende sola.